La Navidad es una época única, ya que, pese a repetirse cada trescientos sesenta y cinco días, esta celebración nunca es igual a la anterior: nuevos miembros en la familia, recuerdos de aquellos que ya no están, experiencias inéditas para compartir con los tuyos…Sin embargo, sí que hay ciertos elementos identificativos de este tiempo que se reiteran año tras año, reconfortando a aquellos que se declaran fans de estos días, y desalentando a los menos apegados a estas fechas tan señaladas.
Las ciudades se visten de gala con una iluminación especial que también alumbra escaparates, parques y hogares. El olor a castañas asadas, abeto, galletas recién horneadas, mazapán o el desprendido por las enormes columnas de humo que salen de las chimeneas nos transportan a todos a unos días protagonizados por las comidas familiares, la bienvenida al año nuevo, y las cabalgatas con Melchor, Gaspar y Baltasar recién llegados de Oriente.
El olfato es, por excelencia, el sentido de los seres humanos con mayor capacidad para despertar memorias más vívidas. Éste está ligado al sistema límbico, en el que se encuentran nuestros instintos, lo que hace que de forma automática se desencadenen una serie de evocaciones y recuerdos asociados a olores concretos.
Una habilidad de la que empresas y marcas han empezado a tomar conciencia a la hora de desplegar sus estrategias de marketing, ya que el olfato no solo origina el recuerdo de determinados objetos, acciones o circunstancias, sino que también genera asociaciones. Un olor puede cambiar por completo cómo se percibe una marca y, por tanto, cómo percibe el paciente la marca de la clínica dental.
Basta con que pensemos en un restaurante o una cafetería en la que hayamos estado y que recordemos por un olor desagradable. La imagen mental que hemos creado de ese lugar es la de que es un sitio poco atractivo e incómodo, y la imagen de marca, por tanto, se resiente debido a esos atributos negativos, que a raíz de esa asociación, vemos proyectados en dicha marca. Con casi total seguridad no volveremos a ese lugar, ni lo recomendaremos.
Algo que también puede ocurrir en la clínica dental, donde, además de cuidar el olor de la recepción, la sala de espera, los gabinetes o la sala de recuperación, es vital potenciar determinadas fragancias asociadas a olores que potencien aquello que queremos destacar con cada uno de los pacientes que decide visitarla.