Proactividad es tomar activamente el control y decidir qué hacer anticipándose en cada momento.
El psiquiatra Viktor Frankl estuvo preso en campos de concentración de la Alemania nazi en la II Guerra Mundial. Durante su cautiverio perdió a casi toda su familia y fue sometido a innumerables humillaciones. Según este psiquiatra, la proactividad no significa sólo tomar la iniciativa, es también, como seres humanos, ser responsables de nuestras propias vidas. Nuestra conducta es un resultado de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. No necesariamente el ambiente que nos rodea es la causa de cómo nos mostramos ante los demás y de cómo actuamos. Podemos subordinar los sentimientos a los valores; el espíritu a la atmósfera.
Un ejemplo de esto era la apatía de la vida dentro del campo de concentración. El Dr.Frankl relata en su libro “En busca de sentido” que los prisioneros recién llegados al campo volvían la cabeza si un agente de la SS maltrataba a un recluso. Sin embargo, con el paso del tiempo en el campo de concentración, los prisioneros se adaptaban a estos sucesos y su sensibilidad ante los mismos se iba perdiendo, al punto de que eran capaces de ver cómo azotaban a un hombre sin inmutarse. El cerebro fue capaz de crear una coraza inhibiendo cualquier señal de sensibilidad.
Frankl explica también cómo la mente humana es capaz de darle un giro completo a la percepción que un individuo tiene ante las circunstancias, lo cual es determinante en su comportamiento.
Un compañero convaleciente por el tifus tuvo un sueño en el que eran liberados en una fecha concreta. Esto le dio una esperanza, un motivo por el que luchar. Sin embargo, conforme se acercaba esa fecha y no se veían señales de que la guerra terminase, el hombre comenzó a empeorar hasta que finalmente falleció. Lo que le mantuvo estable con tifus fue la idea que tenía en su mente de que la guerra acabaría pronto.
Debido a estos y otros sucesos, hubo un momento en que Frankl comenzó a tomar conciencia de lo que denominaría más tarde “la libertad última”; y cómo se puede controlar todo el ambiente que rodea a un ser humano, hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero en su interior él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello.
Frankl usó el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir un principio fundamental de la naturaleza del hombre: entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir. Una actitud a la que posteriormente llamaría proactividad.
El Dr. Stephen R. Covey en su libro de “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” desarrolla como el Hábito 1 la Proactividad; es decir, la capacidad de ser dueños de nuestras decisiones y tener la libertad de elegir, tomando tiempo y espacio para medir la respuesta y sus consecuencias.
Todas las personas estamos influenciadas por determinantes que nos hacen como somos. La teoría Estimulo/Respuestas concluye que todos estamos predeterminados o preeducados para dar una respuesta concreta a cada estimulo recibido, sin capacidad de decidir cuál es la respuesta que queremos dar. No tenemos ningún control de nuestro propio destino. Así pues, existen diferentes tipos:
Determinantes genéticos: La responsabilidad del ADN transmitido. Estamos programados genéticamente para reaccionar de determinada manera ante estímulos concretos. Por ejemplo, el mal genio.
Determinantes psíquicos: El entorno familiar, los padres y educadores que educan a sus hijos de una determinada forma.
Determinantes ambientales: Son los elementos externos que nos rodean y que influyen en nuestra forma de ser.
Todos estos determinantes integran la llamada reactividad, que nos exime de responsabilidad sobre nuestros actos. En la reactividad sólo encontramos excusas para justificar nuestra forma de ser o de actuar.
Sin embargo, ser proactivos supone introducir un espacio para analizar las opciones disponibles y, sobre todo, para analizar las consecuencias de esas opciones, antes de dar una respuesta. Es decir, somos conscientes de que la respuesta que ofrezcamos tendrá unas consecuencias determinadas y afectarán al conjunto de nuestro entorno de una forma concreta. Además de que asumimos las consecuencias de dichas decisiones, aunque no sean las consecuencias previstas. De esta manera, podemos trazar nuestro destino, podemos ser dueños de nuestra vida y reparar o corregir aquello que no nos guste.